Antes de dormir
la duda se sienta en la cama,
me mira en el espejo que se convierte mi interior,
me grita y ríe,
carcajadas que desbaratan mi niñez.
Levanta y sostiene mis brazos,
inyecta detectives en mi piel
no sé qué buscan
que en una adolescencia encerrada por cortinas
un Sancta Sanctorum mordiendo los silencios del mortal.
Viene el silencio y es el miedo
y ellos, los intrusos se van
y dejan el dejavú
en castigo seólico.
Antes de dormir
acuesto al espíritu
y voy crucificando la duda
en las sábanas de una dulce melodía.