miércoles, 8 de marzo de 2017

Intervalo

Son las cuatro de la tarde, llueve torrencialmente y dentro de mis huesos también se abre  una llave sin poderse detener. Hoy tenemos una cita sexual en el parque donde imperan los niños, el escogió ese lugar, simplemente callé porque me excita la idea de vernos a escondidas. Me gusta tanto como para perder el equilibrio de mi oído izquierdo y capaz de transtornarme como aquel personaje de "El túnel". Percibir, concretar, hablar, de arte, cultura y letras es tan solo el relleno a lo que realmente deseamos, porque es lo primero que vemos y que salta, no poseo el talento de decir no, me echo a la melancolía sexualizada de este hombre que es un animal nocturno.

He sido capaz de levantar su verga con solo palabras y me vuelvo su némesis, un cuerpo que en el conjunto de lo idílico se une al resto de hombres que aprovecharon mi cuerpo y yo de sus vacíos, siendo la dialéctica un producto que quedaba ahí en las sábanas con pequeñas gotas blanquecinas.

Está dejando de llover y el cigarrillo que muerde mi boca me recuerda que el desconocido de humo, me espera.

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