martes, 30 de junio de 2015

Mi pellejo

Son las siete de la noche, eso indica el reloj que se encuentra en la pared de mi cuarto. Me miro al espejo y empiezo con la tediosa descripción de mi físico. Tengo una cabellera negra como el color de la muerte de John Lennon. Mis ojos cual cuchillo afilado, penetra y hiere, son color cafés oscuros, aunque con el brillo del sol, se vuelven claros. Mi rara nariz, con una pequeña curva y un poco larga; mi boca con sus labios bien formados y dientes casi perfectos, que han perdido el blanco de la luna, por culpa del maldito cigarrillo. Mis cejas negras y bien pobladas, aunque la ceja izquierda está un poco desubicada. Visto una blusa color naranja, sin sostén como es costumbre, mis tetas ni tan grandes ni pequeñas se encuentran con frio, ya que tengo el ventilador de frente y los pezones sobresalen. Una pequeña panza destaca, aunque con el yoga se ha fortalecido de la flacidez que le aquejaba. Me encuentro en calzón, no es mi favorito, pero es cómodo, es celeste. Mis piernas largas y duras por el caminar diario y el ejercicio de estar de pie casi toda la mañana. Calzo 39, y esto resulta no tan beneficioso porque en ocasiones no encuentro los zapatos de mi gusto en esta talla. Mis uñas de los pies, están sin pintar, talvez mañana los coloree de rojo sangre. Soy delgada, aunque al tener los senos algo grandes pareciera que soy más gruesa. Y por ultimo tengo un trasero casi inexistente, la genética me hizo un favor, en vez de darme trasero de negra por ser hija de un negro, me dio culo de serrana gracias a mi madre.
Lo anterior fue con una ayuda extra del espejo. Lo que llevo dentro de mi provoca en ocasiones miedo. Siempre he tratado de ser diferente, de no aceptar tratos injustos a cambio de amor, aunque en una que otra ocasión caí. Los hombres son mi perdición. Creo que lo son porque en grandes dosis trato de ser La Agrado, como el personaje de Almodóvar en Todo sobre mi madre, donde no importa con cuanto me quede, lo entrego todo y eso es suficiente. En eso se resume mi problema con los hombres. Me frustro terriblemente cuando las cosas no salen como lo planeo y pienso que a media humanidad le pasa esto. Por más daño que me hagan no guardo rencor, más bien soy condescendiente; trato de ser idiota y áspera con esas personas, pero no puedo, y es un problema que arrastro desde la  niñez. Todo se trata de ser complaciente, pero obviamente también me gusta sentir placer en todos los sentidos. Trato de no ser vengativa, pero a veces se me escapa de las manos, uso la risa siempre como mecanismo de defensa, esa es mi arma, frente a un mundo odioso e injusto. La melancolía y la amargura están en posada eterna en mi alma, ese aire de nostalgia vive en mí desde que tengo uso de razón, lloro, río a carcajadas y tengo una esperanza utópica.

Hay una frase que me define, y es de mi querido Sabina: “Me enamoro de todo, me conformo con nada”

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