martes, 8 de septiembre de 2015

Asesino de ética ritualista

Las artimañas de piel dudan de la ociosidad de mente,
mientras el resto de tu cuerpo se ordena
de los sabores infinitos,
y los huesos descansan en el ángel patriota.

Tu alma lejos de la suavidad
despierta los órganos secos
de una eterna piedad insalubre
de un agotamiento que nunca llegó
de la herejía ausente.

El carbón se enciende dentro de tu chimenea y dispara.

Lejos una sábana envidiosa evapora el accidente,
televisor marca llantos y  drogas
ruidos callejeros aproximan despedida,
lamentos de solfeo oprimen el vientre y las llagas.

El asesino percibe al mártir y la ceremonia se ha consumado.


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