lunes, 17 de agosto de 2015

El último dios

No hay ventanas en el infierno
el día oscurece y la  piel deshonra
los murmullos de los dioses, que vaticinan la decadencia
de la matriz seca.

En la cama de hojas, se arruga el recubrimiento del fracaso,
divinidades hablan
los colores opaca su lexia.

Hombre evoca olores de manantiales de agua salada, mientras las
eyaculaciones pasadas labran el camino
de la libertad presa en sus entrañas.

Es su expiación razonada.


Palpita el firmamento,
las deidades gritan a la séptima trompeta.

Orión seduce al mortal, resurge el anhelo y los
dioses agonizan.

Sigilo perpetuo.


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